martes, 29 de marzo de 2016

¿Cuáles son las preguntas trampa más comunes en la entrevista de trabajo?

En todos los procesos de selección se plantean en determinados momentos preguntas que pueden poner en cuestión la candidatura, por lo que se hace conveniente tenerlas preparadas con anterioridad a la entrevista.

Algunas de estas preguntas trampa son:

¿Por qué quieres cambiar de empresa?

Si el candidato actualmente está trabajando se le preguntará por qué se plantea un cambio.  
La respuesta a esta pregunta le mostrará al entrevistador qué tipo de motivación tiene esta persona con el trabajo o con el puesto. Las razones pueden ser variadas, pero lo que el entrevistador quiere averiguar realmente es en qué factores se fija el candidato a la hora de trabajar y si éstos se ajustan a lo que se busca realmente para el puesto.

En este sentido hay que intentar ser lo más honesto posible, no sólo pensando en el que contrata, sino en el propio candidato, pues de esta manera podrá ver si sus expectativas encajan con lo que la empresa puede ofrecer, evitando así posibles decepciones.

Evidentemente puede darse el caso que el candidato no tenga más remedio que plantearse la búsqueda de un nuevo trabajo por causas objetivas (terminación del contrato, por ejemplo), pero aun así debe esforzarse en mostrar qué aspectos son importantes para él.


¿Por qué dejaste la empresa anterior?

El entrevistador querrá saber, en primer lugar, si se fue por propia voluntad o si lo despidieron y, en ambos casos, la razón de este cambio.  

Hay que tener preparada una respuesta y, aunque se omitan determinados aspectos, se debe ser lo más honesto posible, ya que no hay que olvidar que en muchos casos se piden referencias a los antiguos empleadores.

Si  fue despedido como parte de una reducción del personal no tiene que haber problemas en reconocerlo. Si  fue despedido por otros motivos, hay que intentar ser lo más honesto y positivo posible.

Los motivos de la marcha voluntaria pueden ser varios: por salario, porque sienten que han tocado techo, porque las condiciones que les habían prometido no se han cumplido, por el horario, por el estilo de liderazgo... Las razones pueden ser muchas y el entrevistador intentará deducir la compatibilidad del candidato con la empresa y su futuro comportamiento. 

¿Cómo era la relación con tu jefe?

Preguntas tales como: ¿Cómo era la relación con tu jefe? o ¿Qué era lo que menos te gustaba de él?.

Hay entrevistadores que directamente rechazan a candidatos que hablen mal de sus anteriores jefes o de su empresa aunque los motivos estuvieran justificados, ya que aducen que harán lo mismo cuando se vayan de la siguiente empresa o simplemente porque puedan sospechar que resulta ser una persona conflictiva. 

En general, aunque tenga sobrados motivos para quejarse de su anterior jefe, recomendamos que no entres en valoraciones de ningún tipo.

¿Qué hobbies tienes?

En algunas entrevistas se les pregunta a los candidatos sobre sus aficiones para obtener más información sobre qué tipo de persona es: si le gustan los juegos de equipo o muy competitivos, labores solidarias, labores intelectuales, creativas o manuales, etc.  

Recomendamos no inventarse aficiones para intentar dar una imagen que no se corresponde a la realidad, ya que puede ser motivo para rechazar una candidatura. 

Veamos un ejemplo real: en una entrevista para una posición junior se deseaba averiguar determinados aspectos del candidato y se preguntó por sus hobbies. La respuesta dada fue el golf y la lectura. Se le preguntó qué libros había leído en los últimos tres meses y no pudo nombrar ninguno. Se le preguntó entonces qué libros había leído en general y éste contestó que leía periódicos deportivos.

¿Cómo te definirías?

Esta pregunta es un clásico y, sin embargo, en no pocas ocasiones los candidatos contestan con un “no sé….”. ¿Qué es lo que intenta averiguar el entrevistador? Básicamente conocer la autopercepción del entrevistado

Aunque la propia observación del entrevistador nos puede aportar mucha información, es necesaria contrastarla con la percepción del propio interesado. En ocasiones, no hay modo de conseguirla y lo que esto nos indica es un problema de personalidad, ya que el autoconocimiento es un rasgo de madurez personal. 

Conviene, por tanto, trabajar con calma este punto, analizar los puntos fuertes y débiles de cada uno basándose en la propia experiencia profesional y para los más jóvenes, en su trayectoria académica.

Fuente: Seyna Gavilá