En la danza de la vida,
a veces la tormenta nos envuelve
y la lluvia cae sin cesar.
En esos momentos, cuando todo parece ir mal,
En medio de las adversidades,
recordamos que tras la oscuridad siempre emerge la luz del sol,
encontramos una fuerza interior que nos impulsa hacia adelante,
un poder divino que nos sostiene.
Buscamos el equilibrio en la tempestad, la paz en la turbulencia.
Como el ave Fénix, renacemos de nuestras cenizas, fortalecidos y renovados por las pruebas que enfrentamos.
En cada desafío, hallamos la oportunidad de crecer,
de aprender, de evolucionar.
Y así, con valentía y fe, continuamos nuestro viaje,
sabiendo que siempre habrá luz después de la tormenta...