Dile a la Navidad que te enseñe a vivir con el corazón abierto, a creer que siempre hay luz al final de cualquier túnel. No pidas mucho. Pide lo esencial: La alegría que hace que la vida valga la pena, las pequeñeces que ocupan el lado izquierdo del pecho, lo que de verdad llena, sin pesar. ¿Y qué le pido al año venidero? Nada… no quiero que me traigan nada. Solo quiero que no se lleve: El techo que nos cobija, el plato que nos alimenta, la sonrisa de quienes amamos, la salud como tesoro, la amistad que nos acompaña, los abrazos, los "te quiero" y los sueños... No quiero que se lleve nada que me recuerda que, al final, la vida es este instante, este amor, este pedacito de cielo que llamamos hogar...🌟
