Yo ya no corro detrás de nadie,
ya no suplico las cosas que deberían ocurrir de manera natural,
ya no espero que un milagro cambie de la noche a la mañana
lo que está condenado a no ser.
Yo ya no corro, ya no intento abrir en la tierra un camino que desvíe
el caudal de las cosas que naturalmente quieren
y van a fluir por su verdadero camino.
Ya no corro para salvar a nadie, porque varias veces terminé ahogado en tormentas que no me pertenecían ni las provoque yo.
Ya no corro para cumplirle los caprichos a alguien que no ha logrado sanar sus traumas y los proyecta haciéndome sentir culpable por todo lo que hago. Ya no corro a dar consejos pretendiendo evitarle el trago amargo a gente que no los quiere o no me los pidió. No, ya no corro. Ya no corro a cumplir las expectativas de gente que es muy valiente para criticarte, pero muy cobarde para intentar. Sólo observo, respiro, dejó ser, acepto, avanzo, me ocupo de mí, pero sobre todo, ya no corro...
Ya no corro para cumplirle los caprichos a alguien que no ha logrado sanar sus traumas y los proyecta haciéndome sentir culpable por todo lo que hago. Ya no corro a dar consejos pretendiendo evitarle el trago amargo a gente que no los quiere o no me los pidió. No, ya no corro. Ya no corro a cumplir las expectativas de gente que es muy valiente para criticarte, pero muy cobarde para intentar. Sólo observo, respiro, dejó ser, acepto, avanzo, me ocupo de mí, pero sobre todo, ya no corro...