La cuenta de resultados es uno de los indicadores más fiables de la marcha de tu empresa, pero analizar las conductas de las personas que la hacen posible, te ayudará a anticipar acontecimientos.
Existen pocos lugares en los que se tomen tantas decisiones como en una empresa. De lo que también pocos son conscientes es de hasta qué punto la razón y la emoción participan a partes iguales en el nacimiento, evolución y consolidación de un negocio.
Pedro Bermejo, licenciado en Medicina y con la especialidad en neurología, explica que «el pensamiento de la empresa lo hacen las personas, gerentes, clientes, accionistas y trabajadores... procede de todas estas variables». Autor de Neuroeconomía –Editorial Lid–, el experto profundiza en este término que surgió en 2002, «cuando un psicólogo llamado Daniel Kahneman ganó el premio Nobel de Economía gracias a sus estudios sobre la conducta de los seres humanos en los aspectos financieros, cambiando de un modo irreversible el modo de ver la economía».
La esencia de este concepto es simple, «tiene que ver con las actitudes y el papel que cada uno desempeña en la empresa», apunta Bermejo. Marta Romo, socia directora de Be-Up, advierte de que «querer liderar sin conocer cómo funciona el cerebro de nuestra gente es como fabricar un guante sin haber visto nunca una mano».
Contrastar y actuar
El crecimiento de la neurociencia aplicada al mundo de la empresa ha venido para quedarse, y son muchos los gestores de negocios y de personas que ya analizan y consideran su importancia.
Juan Tinoco, director de recursos humanos de LG Electronics, afirma que «por primera vez hay algo de ciencia en los aspectos del management. En una tarea tan conceptual como los recursos humanos solemos tender a la innovación como algo que nos puede aportar certeza, por ejemplo, a través del big data para conocer el talento. La neurociencia ofrece una explicación sobre el comportamiento que, hace muy poco tiempo, se creía como un acto de fe. Es una línea nueva de investigación que nos obliga a basarnos en hechos contrastados y comprobados».
La neurociencia se ve como una nueva línea que permite llegar al origen de las actitudes humanas
Para Romo supone un cambio de paradigma importante: «De un enfoque mecanicista, autoritario y controlador, todavía arraigado en nuestra cultura corporativa, a uno realmente humano que parte de la premisa de que para ser más productivos necesitamos estar bien, es decir, contentos, felices y descansados». Y es aquí donde Massó ensalza el papel del jefe: «Para que un gestor anticipe las elecciones de sus colaboradores tiene que saber de neurociencia, psicología, estadística y economía.
No obstante, por mucho que sepamos sobre el motor del comportamiento, el ser humano sigue siendo una caja de sorpresas».
Conviene recordar que la neuroeconomía no es patrimonio de las grandes organizaciones. Personas, clientes y colaboradores forman parte de tu negocio desde sus primeros días. César Fernández, director asociado de Talengo, recuerda la neurociencia aplicada a los clientes y colaboradores: «A los primeros puedes ayudarles a que elijan sus productos y servicios, e incluso a conseguir una implicación emocional que los convierta en fans. En el caso de los colaboradores hay que procurar que den lo mejor de sí mismos sintiéndose útiles y partícipes de un proyecto que consideran valioso».
Desde el punto de vista de la gestión, Tinoco apunta que corresponde a los directivos averiguar «qué necesitan sus managers para tratar a sus equipos y crear un clima de confianza, qué elementos afectan a una persona en sentido positivo o negativo o qué medidas provocan un rechazo».
Fernández hace hincapie en la motivación, «que tiene que ver con dos elementos: el sentido y la finalidad de lo que estás haciendo. Por eso es fundamental explicitar y compartir el propósito con tus compañeros o equipo y, además, ponerse en el lugar de la persona a la que vas a proporcionar ese beneficio».
Reuniones que solucionan problemas
La neurociencia tiene también mucho que decir en el apasionante mundo de la reuniones. Es cierto que algunos profesionales abusan en exceso de ellas con el único objetivo de alimentar su ego, pero también es evidente que son necesarias para solucionar problemas.
Hay unanimidad en la duración: no más de media hora. «Las personas no son capaces de mantener la atención más tiempo», afirma Óscar Massó, director de estrategia de Sodexo B&I.
Para dinamizar el cerebro de los participantes, Marta Romo, socia directora de Be-Up, propone utilizar preguntas tomando como referencia a David Rock, padre del neuroliderazgo: «Consiste en lanzar preguntas, después se toma un tiempo de descanso para hacer algo agradable y repetitivo, que no estrese, y se vuelve a reunir al equipo. Las ideas pueden aumentar hasta un 500%, según sus investigaciones».
Pedro Bermejo, licenciado en Medicina explica en su libro Neuroeconomía, que la neurociencia permite establecer las prácticas más adecuadas en cada fase de la reunión: planificación, en la que se define el tema a tratar; organización, que incluye el correcto manejo de los tiempos; la dirección de la reunión; y, para finalizar, resumir los puntos para que todo el equipo pueda memorizarlos y recordarlos.
De miedos y recompensas
Se habla de la recompensa y del miedo como los dos canales en sentido opuesto, pero se pueden utilizar en pro de un objetivo. La cuestión es cómo se pueden utilizar –habida cuenta de que ambos provocan un cambio de actitud– para evitar un impacto negativo en la evolución de un negocio. Estas reflexiones te ayudarán a descubrirlo:
* «La recompensa se ha de utilizar con rigor en un marco de logro por objetivos. Es la consecución de un buen rendimiento». Óscar Massó (Sodexo B&I)
* «Las recompensas más efectivas son de naturaleza consciente y poco manipulables». César Fernández (Talengo)
* «Si desactivamos el circuito cerebral del miedo, que es el de la amenaza, y activamos el de recompensa o aproximación, las personas se mueven de forma ágil a hacia la acción». Marta Romo (Be-Up)
* «El recurso al palo y la zanahoria como elemento de control tiene efectos perniciosos, ya que deprecia al profesional». César Fernández (Talengo)
* «Más que una recompensa hay que utilizar el refuerzo positivo, basado en poner atención en aquello que queremos que se repita y en evitar o quitar la atención de aquello que no queremos que se repita». Marta Romo (Be-Up)