viernes, 24 de abril de 2015

¿Quienes son los trabajadores invisibles?, engranajes fundamentales para que todo funcione


Trabajan mucho, en silencio y nunca presumen de sus éxitos ni buscan especialmente que otros sean los embajadores de sus hazañas. Estos profesionales anónimos no persiguen la relevancia laboral tanto como la excelencia en la tarea que les ha sido encomendada.
No suelen ser los más divertidos y tampoco destacan por su ego, don de gentes, entusiasmo o iniciativa. Pero cuando se van de vacaciones o, sin hacer ruido como acostumbran, se toman unos días libres, se echa en falta su trabajo.
En un momento dado de su carrera algunos trabajadores escogen ser invisibles para luego dar el salto
Los trabajadores invisibles, las incansables hormiguitas obreras que hacen su trabajo sin alardear, conviven con pelotas, trepas, relaciones públicas y todas las especies laborales que puedas imaginar, pero hay algo que les hace diferentes, imprescindibles e irresistibles: su talento.

Ignacio García de Leániz, profesor de recursos humanos en la Universidad de Alcalá de Henares, menciona a dos de ellos: "Cervantes no pasó de ser un modesto alcabalero -recaudador de impuestos- sin gloria. Y sin embargo, inventó la novela moderna". Pero no hace falta ir tan lejos para dar con estos imprescindibles. Este experto en gestión de personas también recuerda a "Ray Tomlinson, creador en 1971 del primer email como modesta ayuda para su trabajo y compañeros. Ni siquiera registró la patente de su invento, ni imaginaba que su idea podría llegar tan lejos".

Iguales pero distintos

Decir que haces las cosas bien no significa colgarte una medalla, se trata de poner en valor tu talento
Hay quien hace referencia a estos profesionales como líderes ocultos, pero la cuestión es si realmente buscan o no ese segundo plano o forma parte de una estrategia meditada y que persigue un objetivo. Guido Stein, profesor del IESE, asegura que "son como la salud: la valoras cuando no la tienes. Este tipo de profesional, que se corresponde más con una actitud que con un puesto, se da en todos los ámbitos, pero no siempre obedece al mismo objetivo".
Así establece tres tipos de invisibilidad: 
"La psicológica, que corresponde a un modo de ser; la que tiene una razón ética (se trata de aquellas personas que no quieren ocupar el primer lugar por humildad y prefieren dar juego a otros); y, por último, la táctica, que es una mezcla de las tres. El profesional decide ser invisible porque en un momento de su carrera le conviene tener un perfil bajo para luego dar el salto".
Sea como sea, la condición necesaria para que esa invisibilidad se convierta en irresistible e imprescindible para el resto del equipo es la inteligencia. Si lo que quieres es hacer bien tu trabajo y pasar desapercibido, tiene que existir una razón para ello, de lo contrario corres el riesgo de ser un profesional gris, la cara más oscura de los invisibles.
Por este motivo, Andrés Fontenla, socio fundador de Fontevalue Consulting, apunta que "conviene esforzarse por salir de la excesiva modestia o de la timidez, y comunicar proactivamente el trabajo realizado. La comunicación es una tarea que no se improvisa, es necesario estar preparado para resumir los aspectos principales de la contribución habitual o de una responsabilidad concreta, localizar los canales adecuados para poderlo proyectar, así como los interlocutores con quienes compartirlos".

Pudor

Si das cuenta de tu trabajo y de los resultados, conseguirás que te den más recursos
La invisibilidad se puede convertir en un problema cuando no eres tú el que persigue pasar inadvertido: tus compañeros te dejan de lado. Está claro que, aunque no lo pretendas, han descubierto tu talento, por lo que te conviertes en una amenaza.
Es por esto que Pilar Jericó, presidenta de Be-Up, recomienda a los invisibles "poner en valor su aportación. Algo que en muchos casos les resulta muy complicado, porque suelen tener miedo al rechazo. Pero decir que lo haces bien no significa colgarte una medalla, se trata de ponerte en valor. Cuánto más informes de lo que haces más recursos te pueden dar. El anonimato está bien en el reconocimiento público".

A nivel

No siempre es una cuestión de pudor. García de Leániz apunta un rasgo común a la mayoría de los profesionales invisibles: "Normalmente se encuentran en los departamentos staff o deback-office y, en algunos casos, desconocen el mercado, el producto, la estrategia básica de sus organizaciones, sus éxitos y dificultades". Por eso, les aconseja que "a pesar de todo se informen y documenten acerca del core-business, de su empresa, así como de la jerga y términos de los departamentos del front-office para poder hablar en su misma longitud de onda".
Según García de Leániz, la línea valora mucho que el personal de soporte le comprenda y hable su mismo lenguaje, "como no es algo habitual, el factor 'sorpresa agradable' está garantizado".
Fontenla va aún más lejos cuando califica a los invisibles de los grandes irresistibles de nuestra era: "Un profesional cumplidor y comprometido que no alardea de sus logros se convierte en un ejemplo que inspira en el día a día a los equipos y que siempre contarán con él. Si gestionan bien su carrera podrán alcanzar posiciones directivas y, además, tienen a su favor la consistencia y la robustez gracias a la credibilidad ganada".

La inteligencia es la condición necesaria para que estos profesionales sean imprescindibles
El contrapunto a esos profesionales de los pies a la cabeza lo ponen los considerados estrellas, "directivos muy lustrosos -añade Fontenla- rodeados de éxito y glamour, que pueden tener una etapa ascendente de reconocimiento y fama, pero que permiten despertar también las envidias y antipatías, que pasarán factura en momentos de debilidad".

Brillar no, tener luz

Ser invisible está repleto de matices y uno de los más acertados y en el que coinciden lo expertos en personas es en que iluminan allí donde, aparentemente, no están. El profesor del IESE, Guido Stein, afirma que "alguien invisible puede no tener brillo pero sí luz propia. El éxito de los invisibles está en no tener brillo. Algunos optan por ello y su posición resulta más duradera. Son los eternos segundos, que cuando salen a escena corren el peligro de ser quemados por los focos".
García de Leániz afirma que "sin que se tome en un sentido despectivo están en su zona de confort, por eso ascender o cambiar de unidad o departamento, no es para ellos un reconocimiento per se, más bien todo lo contrario".
Lo que parece definitivo es que sin la existencia de estos laboriosos profesionales se perdería uno de los engranajes fundamentales para que todo funcione; la cadena de montaje se rompería si falla uno de sus eslabones. Y, por otra parte, en una sociedad cada vez más transparente, en la que prima la relevancia en el ámbito virtual y real, la humildad y el buen hacer que no se ve es clave.
En este sentido, García de Leániz, menciona a Juan Ramón Jiménez y a Machado que definían a estos profesionales como "los amantes del trabajo gustoso y de la obra bien hecha".

También recuerda a Miguel de Unamuno, "que sostenía al respecto que eran esos hombres y mujeres anónimos quienes con su "hacer calladamente' realmente lograban sacar adelante un país o una sociedad dada".

Fuente: Montse Mateos (Expansión)
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