jueves, 22 de mayo de 2025

¿Y si tu dolor te estuviera pidiendo algo?

No sé si fue primero el dolor o el cansancio del alma. La enfermedad llegó a mi vida como un susurro que se volvió clamor, al principio, pensé que era el cuerpo fallando, pero con el tiempo, comencé a intuir, que no era una debilidad física, sino una forma de mi ser de pedirme ayuda, el dolor no tiene forma, se mueve, se manifiesta y se esconde, no se deja atrapar en pruebas ni en analíticas. Eso lo vuelve imperceptible, pero no inexistente, me sentía incomprendido incluso por mí mismo, hasta que un día lo entendí, este dolor no solo vive en mis articulaciones, vive en mis silencios, en las veces que me callé lo que padecía, en las exigencias que me impuse, en las veces que me olvidé de mí. Es una herida emocional que encontró un hogar en mi cuerpo, una señal de que necesitaba cambiar mi forma de ser, aprender a descansar sin culparme, a decir no sin miedo, a pedir ayuda sin vergüenza, a atenderme como atiendo a los demás, no quiero idealizar el dolor, pero sí darle sentido. Hoy lo veo como una educadora exigente que me obliga a ir más lento, a ser más seguro, compasivo conmigo mismo y a perdonarme. Quizás no se trata de curar la dolencia, sino a escucharla y al hacerlo sanar algo más profundo. El libro, Érase una vez un alma que vino de las estrellas Descubre la superación del dolor. Las 100 primeras almas tienen un 50% de descuento.
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