Este relato guarda la enseñanza de cómo la vida nos somete a sufrimientos que nos hieren, rompen el tejido interior, relaciones, sueños, pero esos fracasos también
diseminan la semilla del amor por todo pudiendo cosechar dones todavía
mayores que los perdidos. Para fructificar hay que pasar por fracasos y
sombras.
En una granja con verdes colinas, un labrador se esfuerza
con el azadón en labrar los surcos. Planta tréboles cuyos pétalos se
mueven como un molino. Al pasar el tiempo la cosecha son un campo de
molinos de viento que el labrador riega para que sigan creciendo. Pero
un día una violenta tormenta sacude la región y las plantas-molino
sucumben siendo arrancadas de raíz por el viento. Tras amainar la
tormenta, el anciano labrador está desolado bajo la nieve.
Luego, el
hielo lo cubre todo pero se ve cómo hay algo que lo agrieta. Pasa la
estación y un día el labrador, al salir de casa....