Se podría decir que el insomnio, o los problemas de sueño, constituyen una de las afecciones más comunes del presente.
Conviene evitar, en lo posible, el uso de somníferos o ansiolíticos, que en muchos casos tienen efectos secundarios.
Con la alimentación logramos, sin riesgos, ir resolviendo paulatinamente carencias de nutrientes o excesos de estimulantes que tal vez dificulten el sueño. Para poder dormir, necesitamos un mediador neural, además del correcto funcionamiento de la glándula pineal. Nuestro cerebro precisa un neurotransmisor, la serotonina, para relajarse y entregarse al sueño reparador.
El primer elemento requerido es un aminoácido llamado triptófano. Sin él, no hay suficiente síntesis de serotonina. Las principales fuentes alimentarias de este aminoácido son los huevos, la leche, los cereales integrales, la avena, las semillas de sésamo, los garbanzos, la espirulina.
Si acompañamos los alimentos ricos en triptófano con hidratos de carbono, facilitamos su acceso al cerebro: la famosa receta de la abuela de un vaso de leche tibia con miel o vainillas se basa en estas premisas.
También se precisa para sintetizar serotonina: vitaminas B6 (levadura de cerveza, germen de trigo, pescados, cereales integrales), vitamina B2 (levadura de cerveza, cereales integrales, granola, muesli, vegetales verdes, frutas secas, lácteos), vitamina C (kiwi, frutilla, frambuesas, repollo, perejil), ácido fólico (legumbres, frutas secas, vegetales verdes, almendras, maníes levadura), cinc (levadura de cerveza, germen de trigo, avena, legumbres, nueces, carnes, mariscos).
El magnesio es un relajante natural. Cuando falta, el sueño es superficial, hay hipersensibilidad a los ruidos, irritabilidad, nerviosismo e insomnio. Se encuentra en la almendra y demás frutas secas, soja, avena, higos y dátiles.
- Evitar las bebidas cafeinadas después de las 17 horas. Su poder estimulante perdura en la sangre hasta por 8 horas.
- Respetar el horario de acostarse, así será más sencillo volver al equilibrio de los ciclos biológicos.
- Evitar los estímulos estresantes por la noche: películas agresivas, música estridente, discusiones, consumo de carnes rojas.
- Realizar actividad física durante el día, y evitar hacerlo en horas nocturnas.
- Practicar un ejercicio de relajación antes de dormir.