En el fragor del amor,
el corazón puede ser un campo de batalla,
donde las emociones se entrelazan en una danza tumultuosa.
Un corazón roto es más que un dolor físico;
es un eco del alma, de sueños quebrados y promesas incumplidas.
El dolor se convierte en el maestro,
enseñándonos lecciones profundas sobre la fragilidad humana
y la fuerza del espíritu.
Pero en la oscuridad, aún brilla la esperanza de sanar y volver a amar.