Cada año oficialmente se produce un cambio de hora acorde a la llegada o al comienzo de dos estaciones principales: la primavera por un lado, y el otoño por otro, con el objetivo principal de ahorrar energía e iluminación (de hecho, desde las administraciones públicas se indica que con este cambio de horarios se ahorra un 5% en el gasto de iluminación).
Aunque la llegada de una nueva estación puede suponer consecuencias o efectos en la salud, es cierto que nuestro organismo tiende a resentirse más con la llegada tanto de la primavera como del verano. Y el cambio de hora tiene bastante que ver en este sentido, a la vez que el paso de una estación fría a una más cálida, y viceversa.
Pero la llegada del otoño suele ser peor, puesto que las defensas tienden a resentirse y la llegada de una época más fría se traduce en que nuestro organismo está más predispuesto a enfermarse de catarros o gripe común.
Principales consecuencias del cambio de hora para la salud
- Problemas de sueño: el cambio de hora tiene un efecto bastante negativo sobre el sueño de la persona, al producir alteraciones del sueño, lo que a su vez se traduce en que descansamos menos tiempo o peor y por tanto nos sentimos más irritados y con mal humor.
- Cambios en el estado de ánimo: se produce una mayor irritabilidad, de forma que se tiene un estado de ánimo bajo y además mal humor, e incluso la persona puede sentirse depresiva y/o ansiosa.
- Peor rendimiento intelectual y físico: sensación de fatiga general, que supone que se tiene una mayor dificultad para la concentración intelectual. Además, nos sentimos más cansados y nos cuesta más hacer las cosas cotidianas que hacemos cada día.
Los expertos en salud coinciden en señalar que la mayoría de las consecuencias del cambio de hora en la salud son de carácter transitorio, de forma que en pocos días es habitual que la persona haya conseguido reajustar su ritmo biológico.
No obstante, siempre es posible prevenir los efectos del cambio de hora en la salud, siguiendo algunos consejos o hábitos de salud tan sencillos como básicos:
- Adecuación progresiva: una semana antes de cada cambio de horario puedes ir atrasando o adelantando las actividades diarias, sobre todo las comidas y la hora en que nos levantamos y nos acostamos. Así, por ejemplo, si en primavera la hora se adelanta, y en invierno se atrasa, la clave está en adelantarnos a ese adelanto o atraso una semana antes de cada cambio horario. ¿Cómo? Con 15 minutos cada 2 o 3 días o solo en los 4 días previos.
- Mantén un estilo de vida saludable: sigue una dieta equilibrada y mantén una alimentación sana y saludable. Bebe mucha agua y opta por alimentos frescos y naturales.
- Practica ejercicio físico: te ayudará a disfrutar de un buen estado de ánimo y a que tu salud no se resienta tras el cambio de estación.