1. Tu currículum eres tú
El valor de un currículum no viene definido solo por su contenido, sino también por su presentación. El diseño habla de ti casi tanto como tu conducta. Es como la ropa que vistes o el peinado que usas. El currículum es el primer canal de comunicación no verbal que se activará en el proceso de selección. La sensación que cause en el seleccionador hará que vayas a la carpeta de los preseleccionados, o directamente a la papelera de reciclaje.
Lo mismo ocurre con tus perfiles en redes sociales. Son como las cookies en internet, lo cuentan todo sobre tu forma de ser, hábitos, gustos, aficiones, ideología o creencias religiosas. Cualquiera de esos detalles puede inclinar la balanza, en función de las creencias del seleccionador.
2. Acepta los nervios
Los candidatos suelen sobrevalorar los nervios en una entrevista de trabajo. Estar nervioso es algo lógico ante
la posibilidad de obtener un empleo o un ascenso profesional. Y quien
te entrevista lo sabe tan bien como tú. Si realmente eres el candidato
idóneo, un pequeño desliz no te hará perder el puesto.
De hecho, no conozco a nadie excluido de un proceso de selección solo
por dar alguna muestra de nerviosismo. A no ser, claro está, que la
conducta fuera patológica y respondiese a una personalidad neurótica y
emocionalmente inestable, que no es tu caso. Espero.Así que acepta los nervios como algo normal, olvídate de ellos y concéntrate en el resto. Evita las muecas y los gestos adaptadores, como rascarte, tocarte la cara o el pelo, frotarte las manos, removerte incómodo en el asiento, o manosear la ropa o algún objeto. Mientras estés quieto y tu expresión facial sea positiva, todo irá bien.
Lo importante es transmitir con tu actitud los valores que te hayas propuesto demostrar: honestidad, responsabilidad, compromiso, entusiasmo o capacidad de reacción, por citar solo algunos ejemplos.
3. Cuida tu aspecto
La primera impresión cuenta más de lo que crees. En menos de un segundo causarás un buen o mal impacto a tu entrevistador. Sí, ¡menos de un segundo! Está demostrado científicamente.El cerebro emocional del evaluador se formará una primera opinión de ti nada más verte, y ese criterio condicionará el resto de la entrevista. No tienes margen de error alguno: viste de forma discreta y cuidada. Si es posible, compatibiliza tu estilo personal con el de la empresa y puesto al que aspiras.
Nada de extremos ni extravagancias. Huye de los excesos en complementos. Busca siempre el término medio. Y en caso de duda, recuerda que menos es más.
Si descuidas tu imagen –incluido tu currículum o perfiles en redes sociales-, pueden pensar que descuidarás también tu trabajo. Pero tampoco vayas como a la boda del año, tienes que sentirte cómodo con tu atuendo y aspecto, para no transmitir inseguridad.
Excluyo el tema de la higiene personal por obvio, pero mucho cuidado, porque no solo es cuestión de ir limpio y aseado, sino además, de parecerlo. En esto, toda precaución es poca. No olvides que el pelo también es un importante indicador: alguien que luce un pelo cuidado parecerá siempre una persona cuidadosa. Por el contrario, una prenda mal planchada o un calzado en mal estado serán suficientes para distraer la atención del evaluador.
4. Prudencia con los aromas
En cuanto a los aromas, lo destaco como una recomendación aparte por su importancia. La explicación es sencilla y cuenta con el aval de la ciencia: el olfato está asociado a una de las emociones básicas más primitivas, el asco. Su función es alejarnos
de lo que nos repugna, ya sea un alimento en mal estado o un
aspirante en apuros. Una vez que la pituitaria genera ese malestar no hay nada que lo remedie. Además, la emociones intensas son el estímulo más potente para la memoria, por lo que un olor inadecuado puede marcar negativamente tu imagen, y afectar de manera inconsciente al recuerdo que guarden de la misma.
Incluso si el aroma es bueno, el resultado puede ser malo. Tan nociva puede ser la fisiología como la química, tan molesto el olor corporal como el exceso de perfume. Si usas alguno, que sea lo más suave y discreto posible. Y nada de ponértelo con los dedos o en las palmas de las manos: dejarías tu aroma impregnado en tu evaluador al saludarle, y puede que no le guste. En ese caso, el desagrado quedará asociado en su memoria a tu persona.
5. Extrema la puntualidad
El tiempo también comunica. La impuntualidad se paga muy cara: tu entrevistador puede interpretarla como desinterés, irresponsabilidad y falta de respeto. Además, las prisas y agobios de última hora te provocarán más estrés y ansiedad. Mejor llegar con margen suficiente.
Lo mejor, antes de salir de casa adopta el rol y la actitud que quieras expresar, como si la prueba empezara desde el mismo momento en que pisas la calle. ¡Será la interpretación de tu vida! (Aunque te estarás interpretando a ti mismo).
6. Transmite seguridad
Camina erguido y con paso seguro. Ni deprisa, ni despacio. Adopta una postura estable, abierta y simétrica.Establece contacto visual y sonríe con amabilidad, también al resto de personas que te cruces al entrar o salir. Saluda con un apretón de manos firme y completo, que las dos palmas encajen perpendiculares al suelo. No toques con la otra mano el brazo de tu evaluador ni su hombro. Nada de palmadas amistosas, nada de besos ni de invadir su espacio de intimidad. No te acerques a menos de 50 centímetros y todo irá bien.
Tampoco pongas nada sobre su mesa ni toques sus objetos personales. Desconecta el móvil y olvida el reloj. No cruces los brazos ni metas las manos en los bolsillos al estar de pie. Tampoco cruces las piernas al sentarte, y si lo haces, construye una pose discreta. No te sientes hasta que te inviten, ni seas el primero en hacerlo. Mucho menos, recostarte en el asiento. Mantente derecho, asiente con la cabeza y devuelve feedback positivo cuando te hablen.
No escondas las manos detrás de la mesa y gesticula con naturalidad cuando hables. Modera y modula tu voz para que suene serena y segura. No te precipites ni atropelles. El tono reflexivo, mejor que el imperativo. Recuerda hidratar bien las cuerdas vocales, evita ese día las sustancias irritantes como el café y, obviamente, ¡no mastiques chicle!